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Vitoria-Gasteiz. Desde la realidad multicultural hacia un futuro de
integración intercultural.
Una visión, desde la antropología, de las nuevas realidades migratorias en nuestra ciudad.
Nuestro país, hasta hace tan
sólo tres décadas ha sido emisor de emigrantes. Este pasado pobre, que no
queremos recordar, está en la base de muchas de las actitudes xenófobas que se
están dando en nuestra sociedad. El escritor José Saramago nos dirige a todos
los españoles (no olvidemos que los vascos también hemos sido, hasta la década
de los años sesenta, una importante población emigrante, hacia América
fundamentalmente) este reproche cargado de significado: “Aquel que antes fue explotado
y perdió la memoria de haberlo sido, acabará explotando a otro. Aquel que antes
fue despreciado y finge haberlo olvidado, refinará su propia capacidad de
despreciar. Aquel a quien humillaron, humillará, es probable, con más rencor si cabe”
La actual
configuración globalizada del planeta, ha generado una situación de
transnacionalidad que afecta a todos los países. Especialmente el Estado
Español ha sido el mayor receptor de población inmigrada de la Unión Europea
hasta el año 2011. Esta presencia, novedosa, de contingentes significativos de
personas inmigradas en nuestros espacios urbanos ha supuesto riqueza y
oportunidad, pero también ha generado conflictos que no es prudente ocultar. La
crisis económica y ciertos discursos, peligrosos en mi opinión, han servido
para crear una nueva categoría social estigmatizada: el inmigrante. En
Vitoria-Gasteiz, entre nosotros, viven ya un 9% de personas de origen
extranjero y poco a poco están, ya, formando parte de nuestras vidas. Dejemos a
un lado los estereotipos y los prejuicios, no hablemos de los recién llegados
sin saber realmente las razones que les han traído hasta aquí, hagamos un
esfuerzo de acercamiento. Aún así, no podemos hacer demagogia, la convivencia
entre diferentes es compleja y no está exenta de conflictos.
Esta, la Sociedad Receptora, representada por sus distintas administraciones, ha de velar e intervenir para evitar comportamientos ejercidos, también, por población inmigrante que atenten contra la dignidad o la seguridad de bienes y ciudadanos. Los propios colectivos y asociaciones de inmigrantes, así lo expresan, son los primeros interesados en que no se les asocie con comportamientos delictivos ejercidos por algún miembro de su grupo. Sami Naïr me comentaba, durante un congreso en la Universidad de Málaga, en 2010, que lo mejor que puede hacer una comunidad por sus nuevos ciudadanos, llegados de países lejanos, es explicarles cómo funciona esa sociedad, sus parámetros culturales, la importancia de sus logros sociales. Tan sólo de esta forma podremos realmente coincidir en un “locus communis”, en un necesario lugar común ciudadano en el que encontrarnos desde el respeto mutuo y la aceptación bidireccional. Por este motivo creo necesario revisar los modelos del buen ciudadano intercultural que desde algunos sectores del asociacionismo local se están poniendo de moda, y que representan, a mi entender, un grave peligro, además de ser una confusión.
Esta, la Sociedad Receptora, representada por sus distintas administraciones, ha de velar e intervenir para evitar comportamientos ejercidos, también, por población inmigrante que atenten contra la dignidad o la seguridad de bienes y ciudadanos. Los propios colectivos y asociaciones de inmigrantes, así lo expresan, son los primeros interesados en que no se les asocie con comportamientos delictivos ejercidos por algún miembro de su grupo. Sami Naïr me comentaba, durante un congreso en la Universidad de Málaga, en 2010, que lo mejor que puede hacer una comunidad por sus nuevos ciudadanos, llegados de países lejanos, es explicarles cómo funciona esa sociedad, sus parámetros culturales, la importancia de sus logros sociales. Tan sólo de esta forma podremos realmente coincidir en un “locus communis”, en un necesario lugar común ciudadano en el que encontrarnos desde el respeto mutuo y la aceptación bidireccional. Por este motivo creo necesario revisar los modelos del buen ciudadano intercultural que desde algunos sectores del asociacionismo local se están poniendo de moda, y que representan, a mi entender, un grave peligro, además de ser una confusión.
El profesor Miguel Pajares
es muy claro al respecto, y yo comparto muchos de sus planteamientos. Si en
una familia, inmigrada o no, el marido impone ciertas restricciones de
movimientos (de aprendizaje, o de voto...) a su esposa sobre la base de que así
lo mandan las tradiciones, lo que se está contraponiendo es el derecho del
marido a mantener ciertas prácticas culturales con los derechos civiles de la
mujer. Cuando encontramos en la población inmigrada pautas culturales
contrarias a la igualdad, o a los derechos de la infancia, o a la laicidad,
o...la respuesta deberá ser el diálogo y la crítica dirigidos a la desaparición
de dichas prácticas. (Pajares Miguel. 2005: p. 113)
Nuestra sociedad futura, inmersos ya en pleno
SXXI, no se podrá entender sin aceptar los parámetros de mestizaje que nuestro
actual mundo está demandando. Decía el poeta Vlado Gotovac “…no puedo
entender que algunos prefieran el arcoíris de un solo color. Tan sólo su
variada gama cromática lo hace bello, tan sólo su diversidad de tonos puede
encerrar toda la belleza del mundo…”
Un futuro intelectual, paradigma este que apoyan numerosos expertos europeos, nos exige tener en cuenta estos cuatro puntos que os adjunto a continuación.
·
Acercarse para conocer
·
Conocer para comprender
·
Comprender para encontrarse
·
Encontrarse para
enriquecerse
Espero, sinceramente, que esta sesión os haya ayudado a ello.
Vitoria-Gasteiz 08/11/2013
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