Pasar de dar botes al balón para
acercarte el micrófono a la comisura de la boca fue rápido, apenas 15 segundos
después de recibir la propuesta. Al poco, un retortijón en el estómago me puso
sobre aviso sobre lo que me venía encima. ¿Qué sabía yo de comentar los
partidos por la radio? Nada. Al dolor le sustituyó el sudor en las manos cuando
escuché por primera vez la música de la entrada de la primera retransmisión. Sé
tú mismo me dijo uno de esos habitantes que cada uno tiene dentro de su cabeza
y con los que tengo la costumbre de hablar largo y tendido.
Y en ese intento me encuentro aún
pasados 24 temporadas. No es sencillo comentar algo que ves, sobre todo porque
no puedo evitar, en la mayoría de las ocasiones, ver el juego como si yo
estuviera en la cancha aún. Pasar del sudor por esfuerzo al sudor por comentar
lo que veo en la pista me sigue pareciendo complicado.
Afortunadamente no estoy solo.
Siempre cerca, tengo la guía fundamental de Rafa Muntión que me hace las cosas
más sencillas. Nos fuimos conociendo con cada partido, con cada canasta del
Baskonia, con cada triunfo y con cada fracaso del equipo. Nos fuimos
sintonizando, sincronizando, y ahora casi sin mirarnos, conocemos cómo se
encuentra cada uno.
Cientos de experiencias, miles de
partidos, millones de kilómetros e infinidad de palabras más tarde, yo al
menos, sigo intentando contar con palabras lo que veo en la pista, los
sentimientos que me transmite el lenguaje corporal de los jugadores. Y con cada
partido, con cada retransmisión en la radio, el primero que sabe si ese día he
estado o no a la altura de lo que me exijo, soy yo mismo. Y luego Rafa, claro.
Iñaki Garaialde
Vitoria-Gasteiz 30/11/2013
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