Presentación

Un grupo de amigos decidimos, hace ya algunos años, ampliar nuestros conocimientos creando, para ello, la que se denominó “ACADEMIA DE LAS CIENCIAS”. Se entendió que, lejos de encerrarse en un pequeño mundo, era conveniente ampliar miras tanto en los temas a tratar como en las personas especializadas en los mismos.

Esta organización tiene, entre sus objetivos, ampliar conocimientos y generar opinión sobre los más variados temas.

El 19 de octubre de 1990, quedamos inscritos como “ACADEMIA DE LAS CIENCIAS” en el Registro de Asociaciones Culturales del Gobierno Vasco.

Tras celebrarse a lo largo del año 2010 el XX Aniversario de su fundación, los asistentes a los diferentes actos, acordaron la creación de este blog mediante el cual desean dejar constancia de las personas que han asistido y facilitar la participación de los/as interesados/as a través de sus opiniones sobre cada uno de los temas tratados.

Deseamos animaros a participar en este Blog y, por supuesto, a disfrutar de las nuevas ponencias de nuestros invitados y como siempre estarán en la vanguardia de la noticia.

viernes, 22 de abril de 2011

D. Toti Martínez de Lecea - La presencia Judía en Vitoria


LA CALLE DE LA JUDERÍA

Por Toti Martínez de Lecea


Es emocionante pensar que un trabajo en el que se ha puesto tanta ilusión y tiempo ha merecido la atención por parte de una editorial, en este caso Ttarttalo Argitaletxea, pero es aún más emocionante compartir con los posibles lectores el recuerdo de unas gentes de las que la memoria colectiva ha perdido el recuerdo.

Me gustaría dejar bien claro, ante todo, que éste no es un libro de historia. Hay muchos y buenos eruditos que saben del tema mucho más que yo y cuyos trabajos he utilizado para llevar a cabo el mío.

Esta es una novela de amores, odios y venganzas, una historia humana simplemente basada, eso sí, en hechos y personajes reales que una vez hollaron las calles del Casco Viejo de Vitoria.

Nacida en Vitoria y de familia vitoriana, siempre me llamó la atención el nombre de Judimendi, lugar al que íbamos a pasar las tardes del verano. Mi padre me explicó que aquello significaba “monte de los judíos”, así llamado por ser el antiguo cementerio de los judíos de Vitoria. Sin embargo, no supe mucho más acerca de ellos. Ninguna referencia en libros de texto, ningún otro recuerdo que el propio Judimendi y alguna mención a la “antigua judería”, refiriéndose a la calle Nueva Dentro, la calle más extrema de las tres que conformaban la ciudad a la izquierda de la Iglesia de San Vicente.

Sin embargo, los judíos estuvieron asentados en el País Vasco durante varios siglos. En Navarra primero, a partir del siglo X, después un poco por todas partes, aunque su presencia fuera más numerosa en Álava que en Bizkaia y Gipuzkoa. En estas dos últimas provincias se toleraba su presencia por familias o pequeños grupos, siempre que no se constituyesen “aljamas”, es decir, comunidades con entidad jurídica. Única excepción fue Balmaseda, en la que existía una aljama numerosa e importante que llegó a tener una gran influencia por sus logros comerciales y culturales. No obstante, fueron expulsados de allí en el año 1486, es decir, nueve años antes de que los Reyes Católicos decretaran la expulsión de todos los judíos que no aceptaran el bautismo.
Fueron muchos los que se marcharon, pero fueron más los que se quedaron, es decir, los que prefirieron bautizarse y renegar de su fe –lo que conllevó renegar de su pasado, sus costumbres, sus modos de vida- antes que partir hacia lo desconocido y exiliarse de una tierra que consideraban la suya.

Muchos de los que ignoran su presencia en el País Vasco se asombrarían de saber que entre sus antepasados hay algunos de aquellos judíos que prefirieron quedarse.

Existe la idea de que los judíos eran mayoritariamente prestamistas pero eso no es cierto. Entre ellos había todo tipo de personas, desde humildes campesinos hasta grandes potentados, pasando por todas las capas de una sociedad: comerciantes, artesanos, maestros, físicos, zapateros, ricos, pobres, viudas y huérfanos. Ni la ley judía ni la cristiana permitían a sus creyentes prestarse dinero entre sí, por lo tanto los judíos prestaban a los cristianos y los cristianos hacían otro tanto a los judíos, pero siendo estos mucho menos numerosos, también solicitarían menos prestamos que sus vecinos. Y en cuanto a la usura, ningún prestamista podría prestar con un interés mayor al señalado por la ley.

También existe la idea de que no había relaciones entre unos y otros y esto tampoco es cierto. En el País Vasco, a excepción de algunos conatos furiosos que tuvieron lugar en Navarra en el siglo XIV –tan furiosos como que la judería de Tudela llegó a desaparecer- y de la expulsión de Balmaseda, cristianos y judíos mantuvieron unas relaciones aceptables, exentas de crispación y violencia que tuvieron lugar en algunas ciudades de Castilla, Extremadura o Andalucía.

El hecho de que el Casco Viejo de Vitoria se haya conservado en tan buen estado, de que aún queden en pie hermosas casas y bellos palacios de la época y, especialmente, la Casa del Cordón, hizo mi trabajo mucho más atractivo. No tenía más que recorrer sus calles para imaginar la existencia en él de las dos comunidades. Fue fácil “ver” y “oír” a David y a su familia, al bonachón de Mendoza, al malvado de Escoriaza, a María de Gaona y a su hijo “el rico”. Fue magnífico sumergirse en el siglo XV y caminar por la Judería, la Cuchillería, la Plaza de la Leña y el Campillo, dar vida a los personajes reales y crear a los ficticios. Escuchar los ruidos de la calle y ser parte de una época dura y muchas veces cruel, pero que conforma uno de los eslabones de nuestro presente.

He querido dar una visión de los que fue o pudo ser la vida de los personajes de esta historia obviando, a propósito, los otros conflictos políticos y sociales que sacudían la ciudad en aquellos momentos. Era muy importante para mí mostrar esta cara oculta de nuestro pasado y contribuir, en cierta manera, a la tolerancia, al mejor entendimiento de una parte de nuestra historia, tal vez pequeña, tal vez poco importante, pero que ahí está.

Sólo me resta agradecer a todos aquellos que han apoyado mi proyecto y que han sido muchos: a los que me han leído y animado, a los entusiastas, a los críticos, a los que han aportado ideas o materiales, a todos aquellos que han hecho posible que “La calle de la Judería” haya visto la luz.

Vitoria - Gasteiz 05/03/1999

No hay comentarios:

Publicar un comentario